En esta exposición, Bettina Geisselmann habla de reconstruirnos, de volver a mirar los elementos que nos rodean, de la realidad y el deseo, y de la fuerza de las personas para transformar, cambiar y entender el mundo.
Para esta exposición, parto de lo absurdo de envolver en plástico ramas y troncos de árbol. Transformo su superficie, la escondo. El plástico, de un solo color, da al volumen una nueva identidad, una nueva naturaleza. En la distancia, las nuevas formas podrían verse como dibujadas sobre un fondo blanco, y ser planas. En palabras de R. Magritte, “La realidad que observamos es pura ilusión y está estructurada en base a nuestra limitada percepción”.
En mi trabajo se repite el intercambio entre lo plano y lo profundo, lo bidimensional y lo tridimensional, la superficie y el espacio.
Estas obras me permiten transportar la imagen de un medio a otro, y también buscar los límites entre lo natural y lo transformado. Se conforma una red de relaciones materiales y conceptuales, que adquieren un nuevo contexto.
B.G.
La exposición consta de dos partes; la primera es una serie de obras escultóricas dispuestas ante grandes papeles desenrrollados desde el techo al suelo. Se trata de formas naturales vegetales que sugieren otras formas orgánicas.
En la segunda parte, estas esculturas se encuentran representadas sobre papel y plásticos, en un conjunto de fotografías y siluetas, como registros planos de posibles miradas. La instalación se completa con una composición sonora. Este audio representa unos seres que habitan entre estas siluetas, pero que únicamente se escuchan y que recorren el lugar, como metáfora de la vida pero siendo únicamente sonidos construidos artificialmente. La composición sonora es una obra conjunta realizada con Victor del Castillo.
