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abismo de los pájaros

 
Abismo de los pájaros| Nexo990 | Monzón de Campos (Palencia) | 2022 |

Abismo de los pájaros es un proyecto creativo de Bettina Geisselmann y Julián Valle desarrollado específicamente para el espacio Nexo990 de Monzón de Campos (Palencia).

La propuesta es el resultado de un proceso de doble diálogo: el articulado entre ambos autores buscando los nodos de conexión entre sus respectivas prácticas artísticas y el establecido en relación directa con el territorio donde se ubica este centro de creación contemporánea.

Para ello, Valle y Geisselmann han desarrollado una residencia previa en la localidad, al objeto de trabajar in situ una intervención que diluye los límites entre taller y espacio expositivo, nutriéndose de elementos propios del entorno (troncos, ramas, hojas, cantos, remolachas…). 

Julián Valle, en el texto que acompaña la muestra, expresa el interés de «asistir al proceso de una materia de la que brotan las formas. Y que la forma se signifique». El artista burgalés eleva su mirada hacia los cielos inmensos de Tierra de Campos para “pensar donde estamos situados, desde otra perspectiva, con un vuelo más alto”.

 

Bettina Geisselmann también fija su atención en la geografía inmediata para reflexionar sobre el impacto de los cultivos y la industria transformadora, los modelos de producción y su incidencia en el paisaje, trazando un puente emocional con la memoria azucarera de Monzón de Campos.

La azucarera de Monzón de Campos cambió radicalmente la estructura socio-económica del pueblo en la década de los cuarenta del siglo pasado y dejó una  profunda huella cuando se cerró hace ahora casi 20 años. Además de la industria, que ocupaba hasta 450 personas, también se cultivaba la remolacha azucarera en la localidad.

Geisselmann ha realizado una serie de esculturas a partir de las formas de las remolachas y ha utilizado como material el producto final de esta industria, el azúcar blanquilla. Las piezas resultantes son emplazadas sobre una estructura que se inspira en las cintas transportadoras presentes en varias partes del proceso transformador de una azucarera. Un sinfín que no lleva a ninguna parte y que permanece quieto y dormido, sin movimiento ya.

Instalación | Madera, azúcar | 650 x 160 x 50 cm

Installation  | Wood, sugar | 650 x 160 x 50 cm

Sala 1

Escayola, transferencia fotográfica | 15 x 15 cm /c.u.
Plaster, phototransfer| 15 x 15 cm each one

Plumas, madera  |  40 x 60 cm
Feathers, wood   | 40 x 60 cm

Sala 2

Plumas (gallina de guinea, marabu, gallo y gallina doméstica, paloma, abubilla), madera |  5cm Ø x  280 cm 
Feathers, wood | 5cm Ø x 280 cm 


Abismo de los pájaros

Julián Valle

 

Tomar conciencia es tomar forma.
Henri Focillon1

Tierra de Campos es una tierra con cielos inmensos, pero también es un cielo inmenso con una tierra al fondo. Como podemos ver, estamos pensando en un mismo espacio pero lo hacemos desde una perspectiva distinta. En el proceso de creación de una obra pasa lo mismo, todo cambia dependiendo del punto de vista, pero también de nuestra relación –íntima- con ese acto de creación, su proceso y sus resultados.

Vamos a relacionarnos y a pensar donde estamos situados, desde otra perspectiva, con un vuelo más alto. Desde el lugar hacia el mundo extenso, incluso explorar la posibilidad (Kripal) de un mundo despierto2, un cosmos consciente. Y desde allí, también remontar hacia el interior de esa materia con la que trabajaremos y de la que surgirán las formas. No manipular la materia para que sirva a nuestras ideas, que es una forma de escapar de la misma: mejor nutrirse de ella.3 Intentar desvelar las formas que viven en la propia materia. En íntima conexión con el espacio que ésta ocupa.4 Abismándonos en la acción
ante la epifanía de la obra. Asistir al proceso de una materia de la que brotan las formas. Y que la forma se signifique.5 Y tomar conciencia de que siempre hay en ella –como en nosotros- una nostalgia de disolución.6

Verdaderamente es ésta una actividad enigmática. Una forma de conocimiento que se aprehende mediante la acción, sin llegar a poseerlo. En el que la criatura –como escribió Valery- engendra al creador7. Nos encontramos, acaso, con la posibilidad de estar ante el umbral de algo, sintiendo el vértigo de la conciencia en toda esta extensión, sin saber aún dónde están nuestros límites.


Nuestra tarea como artistas será tan concreta, y tan compleja, como construir un buen instrumento, como un lutier, con los materiales adecuados. Un instrumento bello y bien afinado que alguien se encuentra, y toca. Que interpreta con sus propios medios, da ese toque único.

Para encontrarse con su sonido interno, con el misterio de la obra y reconocerlo, sin necesidad de ese tipo de muletas de lo concreto que limitan la lectura y anulan su potencial. Obras que son pensamiento y que dejamos –como la herida que muestra el interior bajo la piel- abiertas al contener: como una taza vacía, como un extenso valle. Obras que el aliento creador, cuando cree llegado el momento deja reposar. Para que broten ante los ojos, en silencio.

El hálito fecunda al humus: se despiertan, como de sí, las formas: yo reconozco a tientas mi morada.8

José Ángel Valente


1 Henri Focillon, La vida de las formas y Elogio de la mano, Xarait Ediciones, Madrid, 1983, p.48.
2 Jeffrey J. Kripal, El vuelco, Epifanías de la mente y el futuro del conocimiento, Atalanta, Girona, 2022, p.164.
3 Henri Focillon, La vida de las formas, op. cit., p. 37.
4 Ibid, p.48.
5 “El signo significa y la forma se significa”. (Henri Focillon, La vida de las formas, op. cit., p. 10.).
6 José Ángel Valente, “Sobre la lengua de los pájaros”, en Variaciones sobre el pájaro y la red. Tusquets
Editores, Barcelona, 1991, p.239.
7 Paul Valery, Alfabeto, Pre-textos, Valencia, 2018, p.87.
8 José Ángel Valente, “Tres lecciones de tinieblas”, en El fulgor. Antología poética (1953-1996), Círculo de Lectores y Galaxia Gutenberg. Barcelona, 1998, p.217.