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Estrategias de extrañamiento

 
Olga Fernández López
12_Yacimiento | carex | atapuerca | burgos
 

Hablamos alrededor de la mesa donde Bettina ha dispuesto sus piezas. O mejor dicho, alrededor de la pieza en sí, porque el tablero forma parte de la obra. Lo destaco porque la instalación se ha transformado desde su idea original, una pieza suspendida, y la mesa horizontal, más cercana al trabajo arqueológico, ha cobrado un nuevo significado. Menciono en la conversación la noción de “mesa de operaciones”, que Georges Didi-Huberman ha puesto en circulación como modo de disponer piezas artísticas, frente a otras configuraciones, como obras colgadas en la pared u ordenadas en archivos. Damos la vuelta a la mesa como quien recorre una isla por su costa y nos vamos fijando, casi una a una, en la variedad de formas que han surgido en el proceso de osificación. Observadas al detalle, cada una de las piezas es diferente y la mayoría dejan reconocer el elemento del que provienen, como si se resistieran a olvidar su origen material frente a la piel blanca que las ha hecho desaparecer. Observadas en conjunto, las piezas se recomponen bajo una nueva unidad que, sin embargo, las vuelve mudas.

La porcelana embellece la vida al precio de fosilizarla. La propia idea de belleza, tan ligada en el mundo occidental a la idealización, supone un proceso de eliminación, una escisión de la diversidad de lo real. Es antagonista de la vida y de su materialidad. Le comento que no puedo dejar de pensar en la belleza convulsa de Breton, en ese pasaje donde habla de la seducción de lo inanimado, o en lo unheimlich de Freud, el momento donde lo familiar se vuelve inquietante. La mesa funciona en el espacio como una tela de araña que invita a acercarse. Tiene algo de hipnótica y se presenta como una trampa dispuesta a reclamar su tiempo, tu tiempo. Suspendidos en su campo de atracción los espectadores corren el riesgo de convertirse en huesos.

Asumida la consolidación del antropoceno, las noticias nos recuerdan cada día que el planeta ha entrado en una crisis quizá irreversible. Pero, ¿en qué momento concreto de esta fragilidad nos encontramos? ¿En qué punto exacto de la posibilidad de quedarnos sin futuro? Dice Bettina que, a veces, para poder examinar algo hay que quitar información, eliminar ruido. Parar el tiempo o, al menos, hacerlo lento. También me habla de la película Demain como ocasión para poder hablar de la esperanza. ¿Por qué, si no, hacer arte, si el mundo se está hundiendo?